domingo, 24 de abril de 2011

UNIVERSOS PARALELOS

Hace tres años, todo terminó entre tú y yo; nuestras vidas estaban inevitablemente rotas.
Primero perdimos la juventud, luego la sonrisa y, por último, la complicidad. La tristeza y la mentira se colaron en nuestras vidas para dejar paso al tedio y al silencio que todo lo invadió y nos atenazó.
Para no perderte definitivamente y por miedo a hundirme en el abismo, te prometí que no volvería a verte, aún a sabiendas de que seguiríamos  compartiendo este apartamento que en los últimos treinta y cinco años ha sido nuestro hogar.
Lo de menos fue dormir en distintos dormitorios. Tuvimos que asignarnos  un régimen de turnos para compartir el baño y la cocina de tal forma que no pudiéramos coincidir en esos espacios ni en el estrecho pasillo que los une. Construimos un muro intangible e infranqueable entre tu universo y el mío, un martirio insufrible al principio al que poco a poco me he ido acostumbrando, de la misma forma que un ciego tiene que acostumbrarse a convivir con  la oscuridad.

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