jueves, 21 de abril de 2011

EL SILENCIO, 2009

ICONOGRAFÍA DEL SILENCIO
      Hace 170 años, Luis Daguerre detuvo el tiempo dejando su cámara delante del bulevar del Temple: una larga exposición a plena luz del día sobre una bulliciosa avenida parisina. Esta ciudad, capital casi del mundo, cosmopolita y ruidosa, quedó detenida en la imagen fotográfica. Su reflejo tradujo la realidad en un extraño y largo silencio. Habían desaparecido transeúntes, carreras de niños y golpes de bastón, rítmicos cascos de caballos y vendedores. La fotografía no plasmó lo que veía, condensó el tiempo y añadió el valor del silencio.
      Desde esta constatación silente, la fotografía se ha acercado o alejado del sonido; hay fotos que gritan, que aturden nuestros oídos o nos cantan. En la presente muestra se recogen silencios atrapados entre rocas, arena o mar. El silencio se ha convertido en la tercera dimensión de esta iconografía infinita.
      Aquí el ojo se detiene en imágenes que ya eran silencio: la hierba seca, la duna fósil, el árbol reducido a su firma en el aire... Un instante convertido en eternidad porque ésta ya existía en el objeto.
     Cuando el silencio corresponde a ese momento congelado, como las pausas en una melodía o en una declamación poética, éste subraya intensamente el entorno, lo visible, la imagen. El tiempo corre, lo sabemos, pero es posible asomarse a un espacio cuadrangular y parecer que no es así.

1 comentario:

  1. creces como las ramas de la morera de mi jardín en primavera.

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